Los Pinares de la Algaida
Formando parte del Parque Natural de Doñana, las 691 has. de este pinar se extienden sobre una especie de lengua arenosa que discurre sobre las marismas. Antiguas dunas fijadas ya por la vegetación, que contribuyeron a cerrar el amplio estuario en el que desembocaba en épocas no muy remotas el Guadalquivir, de donde parece provenir su nombre: del árabe algaida o bosque sobre arenas.
Desde el punto de vista ecológico , estos pinares, por su proximidad y vinculación con Doñana, presentan gran similitud con los que se desarrollan allí. Bosque de pinos piñoneros, con un importante sotobosque de sabinas, lentiscos, jaguarzos, jaras, etc. Sobresaliendo, sobre todo, la densísima orla de matorral que lo circundan, donde zarzas, mirtos, olivillos y otros arbustos espinosos, se entrelazan con zarzaparrillas y lianas, formando verdaderas barreras infranqueables.
Son las aves rapaces sus huéspedes más destacados, sobresaliendo por su densidad de más de 100 parejas, los numerosos milanos negros que allí se reproducen. Junto a ellos también lo hacen ratoneros y águilas calzadas y culebreras. Por no hablar de los numerosísimos pajarillos, passeriformes, que con más de medio centenar de especies, lo usan como lugar de paso, invernada o permanentemente.
Desde hace unos años, resalta también la importancia de una laguna, que si bien artificial en su origen, para extracción de arenas, pronto se naturalizó: La Laguna de Tarelo, autentico oasis acuático para numerosos patos, entre los que merecen especial mención la Malvasía, que se reproduce en ella con gran éxito.
Y no son de extrañar, las ocasionales observaciones de especie tan en peligro de extinción como las águilas imperiales, que provenientes de Doñana, llegan en busca de sus presas. Lo mismo que ocurre con los ciervos, abundantes en otras épocas y hoy visitantes ocasionales, que sobre todo durante las berreas otoñales, se atreven a dejar el Parque Nacional y cruzar el río.
Mención especial merece el camaleón, que si bien no muy abundante en el pinar, si encuentra aquí uno de los límites norte de su distribución.
Desde el punto de vista ecológico , estos pinares, por su proximidad y vinculación con Doñana, presentan gran similitud con los que se desarrollan allí. Bosque de pinos piñoneros, con un importante sotobosque de sabinas, lentiscos, jaguarzos, jaras, etc. Sobresaliendo, sobre todo, la densísima orla de matorral que lo circundan, donde zarzas, mirtos, olivillos y otros arbustos espinosos, se entrelazan con zarzaparrillas y lianas, formando verdaderas barreras infranqueables.
Son las aves rapaces sus huéspedes más destacados, sobresaliendo por su densidad de más de 100 parejas, los numerosos milanos negros que allí se reproducen. Junto a ellos también lo hacen ratoneros y águilas calzadas y culebreras. Por no hablar de los numerosísimos pajarillos, passeriformes, que con más de medio centenar de especies, lo usan como lugar de paso, invernada o permanentemente.
Desde hace unos años, resalta también la importancia de una laguna, que si bien artificial en su origen, para extracción de arenas, pronto se naturalizó: La Laguna de Tarelo, autentico oasis acuático para numerosos patos, entre los que merecen especial mención la Malvasía, que se reproduce en ella con gran éxito.
Y no son de extrañar, las ocasionales observaciones de especie tan en peligro de extinción como las águilas imperiales, que provenientes de Doñana, llegan en busca de sus presas. Lo mismo que ocurre con los ciervos, abundantes en otras épocas y hoy visitantes ocasionales, que sobre todo durante las berreas otoñales, se atreven a dejar el Parque Nacional y cruzar el río.
Mención especial merece el camaleón, que si bien no muy abundante en el pinar, si encuentra aquí uno de los límites norte de su distribución.
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